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Tipos de mejoras y plazos de implantación

Hemos planteado un primer proyecto piloto de unos pocos meses para empezar a obtener resultados. Siempre se menciona que las mejoras Lean son de bajo coste. En el caso de procesos semi-automáticos ante un ejercicio PDCA, estas medidas organizativas irán encaminadas, básicamente, a la estandarización de operaciones frecuenciales durante la producción, la reducción de tiempos de preparación y una reorganización del puesto de trabajo para esos fines.

A medida que se incrementa el grado de automatización y con un objetivo de incremento de la eficiencia, algunas de las soluciones deberán tener un cierto componente técnico, por ejemplo:

  • Resolución de problemas crónicos de las máquinas
  • Análisis causas raíz de averías y posibles soluciones preventivas
  • Sistemas de control visual o mecanismos a prueba de errores para reducir microparos o el tiempo de reacción a éstos
  • Análisis de los movimientos mecánicos y mejora de la sincronización entre automatismos
  • Mejoras en los medios de producción: utillajes, herramientas, etc.

De este modo, el foco de un proyecto Lean no son tanto las mejoras estrictamente organizativas sino aquellas que tengan un retorno de la inversión aceptable y, puestos a pedir, cuya implantación se pueda producir dentro del calendario fijado.

Con una organización en marcha y múltiples otros frentes abiertos, será necesario convencer a los responsables de la necesidad de una gestión de estas pequeñas inversiones cuanto antes, teniendo en cuenta plazos de proveedores, el tiempo de instalación, de formación a los operarios, etc. porque el tiempo apremia.

También hay que tener en cuenta que, para que un planteamiento “organizativo” tenga éxito, es casi imprescindible vestirlo con estas pequeñas mejoras técnicas. El impacto visual del antes y el después es fundamental y, si se limita a un mero movimiento de las máquinas y herramientas viejas que tenemos sin ningún tipo de inversión, el efecto psicológico del cambio será mucho menor.

El objetivo debería ser que, en el plazo del proyecto, se hubieran podido implantar alrededor de la mitad de las propuestas acordadas. Luego, el proyecto se termina, pero la mejora continua sigue. De hecho, posibles departamentos de mejora o ingeniería de procesos dentro de las empresas, deberían encargarse de completar y ampliar el plan de acciones.

Además, lo habitual es que la iniciativa piloto no sea una experiencia aislada ya que este primer ejercicio nos va a pedir siguientes actuaciones tanto en esa área como en las demás. Resulta habitual ir concatenando varios proyectos cortos que van surgiendo casi por generación espontánea, pues nos vamos a dar cuenta de que para llevar a cabo algunas de las mejoras diseñadas, necesitamos atacar otras secciones y, así, sucesivamente. Así pues, una primera experiencia Lean pueden ser unos pocos meses pero el “proyecto global Lean” es permanente.

Plan de proyecto: 2) Mejora Continua

En procesos semi-automáticos ya integrados en línea, con una lógica más o menos Pull y, seguramente, con un sistema de indicadores ya en marcha, es preferible adoptar una metodología más ágil puesto que no se requiere un gran rediseño del proceso sino más bien la resolución de problemas concretos.

Uno de los despilfarros de la metodología Lean es el tiempo que transcurre desde que detectamos una mejora hasta que somos capaces de implantarla con éxito. Este es el espíritu de un proyecto de mejora continua: ir a la caza de quick wins: acciones puntuales para mejorar determinados parámetros de la línea con relativo poco esfuerzo, para los cuales no es necesario esperar meses.

La mejora continua, mediante el ciclo PDCA (Plan – Do – Check – Act), trata de acelerar los plazos de implantación, con un cierto componente experimental mediante el método de prueba y error, que expresa la voluntad de mejorar implantando.

Se trata de ir a la fuente, observar y pensar soluciones para los problemas recurrentes que van apareciendo. Las mejores ideas se someten al equipo de trabajo en sesiones de brainstorming para llegar a un consenso sobre las medidas a implantar. Muchas de estas acciones precisan modificaciones técnicas por lo que se necesita de una cercana colaboración de mantenimiento. Si no se produce el resultado esperado, habrá que volver al análisis y plantear soluciones alternativas.

Una estimación de dedicaciones en un proyecto tipo de estas características puede ser la siguiente:

  • Toma de datos: no es necesario que sea tan exhaustiva como en el proyecto clásico. Con unos pocos días debería ser suficiente para tener un buen feeling del punto de partida y del potencial de mejora
  • Lanzamiento: al ser proyectos mucho más dinámicos y estar más centrados en la eficiencia que en la productividad manual, no se requiere tanto esfuerzo en la comunicación y gestión del cambio. Con una reunión de kick-off debería ser suficiente
  • Análisis: antes de empezar a plantear posibles soluciones es necesario dominar bien el proceso por lo que se requieren de observaciones iniciales previas. Pongamos un par de semanas
  • Lanzamiento PDCA: alrededor de un par de meses para la propuesta y validación de soluciones, implantación de buena parte de ellas, observación en planta de los resultados, seguimiento de los indicadores, etc.
  • Seguimiento PDCA: algunas medidas tendrán un plazo de implantación más largo. Se puede plantear del orden de unos 3 meses adicionales a tiempo parcial (una visita semanal de uno o dos días) para ir revisando el PDCA y los indicadores

Duración total del proyecto: 3 meses a tiempo completo hasta el lanzamiento de la dinámica PDCA y 3 meses adicionales a tiempo parcial para su seguimiento.

Plan de proyecto: 1) Mejora Radical

El planning no deja de ser una declaración de intenciones para minimizar desviaciones. No tiene mucho sentido un Gantt con la secuencia y días exactos de cada actividad ya que, a los dos días, habría que rehacerlo por completo. Lo más realista y honesto de inicio es definir unos primeros plazos macro e irlos corrigiendo al final de cada fase. Para un proyecto típico de tamaño mediano, podríamos estar hablando del siguiente orden de magnitud de dedicaciones:

  • Toma de datos: alrededor de una semana para obtener información de la línea e históricos, establecer el punto de partida, objetivos, enfoque, alcance y metodología
  • Lanzamiento: otra semana para realizar sesiones con todas las personas implicadas. Incluye la comunicación del proyecto, la creación de los equipos de trabajo y formación en la metodología
  • Análisis-diagnóstico: se puede realizar una estimación en función de la carga de trabajo, el número de observaciones a realizar y otros inputs obtenidos hasta el momento. Pongamos, entre uno y dos meses
  • Diseño: otro mes de trabajo para diseñar el proceso futuro, analizar el coste-beneficio y realizar un plan de implantación
  • Implantación: llevar el proyecto del papel a la realidad. Pongamos otro mes para realizar los cambios necesarios, poner en funcionamiento la nueva operativa, revisar los procedimientos sobre el terreno y realizar los ajustes necesarios

Duración total, alrededor de 4 meses a tiempo completo. Hay que contemplar los siguientes factores que pueden influir en los plazos del proyecto:

  • Modificaciones progresivas del enfoque al profundizar en el detalle
  • Aparición de incidencias, urgencias, etc. en la línea que interrumpan los procesos de observación o implantación
  • Existencia y fiabilidad de los datos y necesidad de mayor o menor presencia en la línea
  • La eficiencia en el traspaso de información, revisión conjunta de entregables, feed-back, etc.
  • El funcionamiento del equipo, la implicación y disponibilidad de sus miembros
  • El grado de control que se establezca, en lo que respecta a la preparación y asistencia a reuniones, elaboración de informes, tareas de gestión del cambio, etc.
  • En función de las medidas a implantar, mayor o menor tiempo de cambio físico, formación de los trabajadores, revisión de los procedimientos, etc.
  • Debido a los plazos de implantación, posible gap entre el fin del diseño y el inicio de la implantación

El objetivo de dividir el proyecto en fases es minimizar el impacto de estas cuestiones incorporándolas en la planificación de los siguientes pasos.

Alcance de un proyecto Lean

Previo al proyecto o como primera actividad, se requiere una toma de datos exhaustiva que nos permita un buen conocimiento del punto de partida. A partir de ahí, vamos a distinguir dos metodologías de proyectos:

(A) Mejora Radical: Proyecto clásico de análisis-diagnóstico, diseño e implantación. Adecuado para proyectos de integración de procesos y escenarios manuales. Dedicación intensiva del equipo. Mayor incertidumbre en plazos y resultados

(B) Mejora Continua: Aplicación del PDCA en procesos semi-automáticos. Dedicación a tiempo parcial. Mayor protagonismo del equipo interno. Plazos y resultados más previsibles

Tareas comunes de ambas metodologías:

  • Creación de un equipo mixto con el cliente
  • Desarrollo de un plan de comunicación y formación
  • Análisis datos de partida y observaciones en planta
  • Definición de un cuadro de mando

Siguientes pasos:

  • Diseño (A) vs. Dinámica PDCA (B)
  • Implantación (A) vs. Seguimiento (B)

Especialmente el proyecto clásico, por su mayor variabilidad, conviene dividirlo en fases, empezando con un diagnóstico basado en la recogida y análisis de datos y observaciones en planta.

Después de esta primera fase, tendremos mucho más claro el enfoque, la forma de trabajar de la empresa y del equipo humano, con lo que podremos precisar mejor la duración de una siguiente fase de diseño, tras la cual dispondremos de un plan de acciones que nos permitirá dimensionar correctamente la implantación. Seguro que así afinamos más que aventurando de inicio un planteamiento global.

Conviene también realizar primero un mini-proyecto exclusivo de diagnóstico porque únicamente a partir de un análisis exhaustivo de la problemática, seremos capaces de valorar hasta qué punto merece la pena pasar a la siguiente fase de diseño. Podría ser que llegáramos a la conclusión de que no hay mejoras que puedan acometerse sin grandes inversiones en tiempo o dinero, con retornos de la inversión insuficientes.

En el caso de seguir adelante, realizaríamos una segunda fase de diseño donde se elaboran los procedimientos, esquemas de layout, planes de acción, etc. Finalmente, una última fase de implantación con la puesta en marcha de lo diseñado. Más que documentos e informes, el principal entregable del proyecto deberían ser las mejoras en marcha y una respuesta favorable de los indicadores.

Por su parte, el proyecto de Mejora Continua es mucho más dinámico y participativo. Mediante el lanzamiento de la dinámica PDCA, pretende anticipar la obtención de quick-wins dejando para una posterior fase de seguimiento las acciones con un plazo de implantación más largo.

Objetivos del proyecto: 3) Mejoras adicionales

Capacidad, eficiencia y/o productividad son los principales indicadores y objetivos de un proyecto Lean. Sin embargo, algunos trabajos también pueden ir orientados a otros parámetros o que algunos de éstos, cuanto menos, aparezcan como mejoras adicionales que contribuyen al éxito de la iniciativa:

  • Reducción del lead-time de fabricación y, por lo tanto, más capacidad de reacción y mejor servicio al cliente
  • Un incremento de la flexibilidad del proceso gracias a la reducción de los tiempos de preparación y cambio de formato, que permiten reducir los tamaños de lote y el stock de producto terminado
  • Reducción del stock en curso gracias a la integración de procesos
  • Un incremento de la fiabilidad del proceso debido a la reducción de incidencias y a la solución de problemas crónicos
  • Reducción de la superficie ocupada en planta, tanto por la liberación del espacio que ocupa el inventario como por el diseño de líneas y células compactas y dimensionadas según la demanda
  • Estandarización de los métodos de trabajo y creación de procedimientos que conllevan un incremento de la calidad del trabajo y de los productos resultantes
  • Una mejor planificación y programación de las máquinas gracias a la simplificación de los flujos productivos y a la gestión visual
  • La alineación y coordinación entre departamentos, debido a la gestión por procesos y a trabajar todos contra los mismos objetivos
  • Mejor control y gestión del proceso mediante un panel de indicadores. Retroalimentación en tiempo real
  • Mayor formación de los empleados en técnicas de mejora de procesos. Mayor conocimiento y responsabilidad sobre los procesos productivos. Mejor comprensión del valor añadido gracias al detalle de la micro-operación
  • La introducción en la empresa de un enfoque sistemático orientado a la resolución de problemas y a la mejora continua. Participación y trabajo en equipo
  • Una zona de trabajo más organizada, más limpia, más segura y, por lo tanto, más agradable. Puestos de trabajo más ergonómicos, mejores herramientas de trabajo, etc.
  • Especialmente gracias a estos últimos puntos, mejora de la involucración de los empleados. Este aspecto es más discutible ya que la motivación del operario es un tema complejo que puede requerir cambios en la gestión empresarial o en la estructura organizativa, algo que normalmente queda fuera del alcance de un proyecto Lean de pocos meses

Objetivos del proyecto: 2) Conflicto entre indicadores

Un incremento de productividad, es decir, la reducción de costes, conviene siempre a la empresa, mientras que un incremento de producción dependerá de las perspectivas de crecimiento. Sin embargo, en un escenario de contracción también se pueden llevar a cabo proyectos de incremento de capacidad y eficiencia con el objetivo de reducir horas de fabricación y, así, reducir turnos (personas en última instancia).

En procesos semi-automáticos, productividad y eficiencia pueden entrar en conflicto puesto que la mejora de un ratio puede empeorar el otro. Esto sucede porque para lograr una mayor eficiencia se requerirá, en algunos casos, una mayor carga de trabajo manual, con lo que se gana en producción, pero probablemente se pierda en productividad por el hecho de contar con más personas.

Si queremos incrementar la productividad, nos encontramos con el caso contrario. Al emplear menos gente, puede que disminuya la eficiencia, por el hecho de tener que bajar la velocidad de la línea o llegar a parar la máquina. Hay que jugar pues con el número de personas de la línea para determinar el valor más óptimo de producción/coste.

Lo mismo puede suceder con la capacidad y la eficiencia. Incrementar la capacidad gracias a una reducción del tiempo de ciclo puede repercutir negativamente en la eficiencia por llevar la máquina más al límite de sus posibilidades. En este caso, hay que vigilar el índice de calidad, que también podría sufrir un deterioro, lo cual es más grave. Si bien un paro de máquina, a priori, consume sólo tiempo, las mermas y los productos NOK consumen también materiales además de generar otros posibles costes de no calidad.

En algunos casos, las diferencias entre indicadores son sutiles. Por ejemplo, en el caso de un proyecto de reducción de tiempos de cambio ¿ganamos en capacidad o en eficiencia? La respuesta es que depende de cómo se defina el indicador de eficiencia. Si el cambio de referencia se considera un paro programado, se produciría un incremento de capacidad, si el cambio se considera una indisponibilidad de máquina, podría considerarse un incremento de eficiencia.

De hecho, un incremento de eficiencia sostenido se puede considerar también un incremento de la capacidad real ya que la producción esperada será mayor.

En un escenario de alta automatización se busca preferentemente la eficiencia y capacidad de las máquinas mientras que los proyectos basados en la integración de procesos aislados con un mayor componente manual persiguen mejorar la productividadEn un proceso manual, hay que introducir el concepto de actividad del operario:

  • Un incremento de actividad sería equivalente a un incremento de capacidad
  • Una baja actividad (por debajo del estándar) sería una causa de pérdida de eficiencia
  • Los incrementos de productividad suelen considerarse a actividad constante

Objetivos del proyecto: 1) Capacidad, eficiencia y productividad

El planteamiento dependerá de la situación en la que se encuentre la empresa. Si se prevé un escenario de crecimiento, optará por un proyecto de incremento de capacidad y/o eficiencia. Si las perspectivas no son tan buenas, el proyecto irá orientado más bien a un incremento de productividad vía reducción de costes. Vamos pues a definir estos indicadores y las características del proyecto en cada caso:

Capacidad: producir más por unidad de tiempo gracias a la mejora del estándar de fabricación del cuello de botella del proceso (la fase más lenta que marca el ritmo de fabricación). Lo primero es pues identificarlo ya que sólo actuando sobre él conseguimos más producción del proceso global. Generalmente, se trata de un equipo pero puede ser también una persona u otro medio de producción. Una vez conocido, hay que “romper el cuello de botella” mediante una reducción del tiempo de proceso.

Algunos ejemplos típicos en equipos industriales son el incremento de huellas en un molde, sistemas para independizar la carga y descarga del tiempo máquina, la optimización de movimientos automáticos, medidas organizativas para que el operario no pare la máquina, etc. Puesto que el cuello de botella marca el ritmo, debe estar a plena ocupación, partiendo de la base de que así lo exige la demanda.

A medida que optimizamos un equipo concreto, puede que el cuello de botella pase a ser otro elemento, de tal forma que este tipo de proyecto se convierte en un ejercicio de mejora continua que se encarga de ir rompiendo progresivamente los distintos cuellos de botella que van apareciendo.

Eficiencia: producir más en un periodo gracias a maximizar el tiempo empleado en realizar piezas buenas. El estándar se mantiene constante pero somos capaces de obtener más fabricación gracias a la eliminación de averías, paros de máquina, defectos de calidad y, por lo general, cualquier incidencia que reste tiempo disponible.

El incremento de eficiencia tiene que ir enfocado también al cuello de botella si bien, en procesos continuos, se considera la eficiencia global de toda la línea, dando por supuesto que, al estar las máquinas conectadas, un paro en cualquiera de ellas afecta al cuello de botella.

Productividad: incrementar el ratio producción/recursos. En un escenario de reducción de costes, generalmente, se trata de fabricar lo mismo con menos medios. Es un enfoque delicado debido a que el foco se centra especialmente en las personas y posibles recortes son contrarios a la filosofía Lean.

Este planteamiento del proyecto es totalmente distinto ya no hay que perseguir el cuello de botella sino que la prioridad será intervenir allí donde el despilfarro sea mayor, en especial, eliminando operaciones manuales de no valor añadido, gracias a lo cual, la carga de trabajo disminuye y, por lo tanto, se necesitan menos operarios. En líneas semi-automáticas, para obtener el mejor resultado, se tratará de buscar la configuración que nos permita maximizar el ratio piezas/persona y tiempo.

Características generales de un proyecto Lean

Un proyecto es un acontecimiento único y, como tal, está sometido a un elevado grado de incertidumbre en  sus especificaciones: dedicación, resultados, incluso los objetivos pueden cambiar y habría que adaptarlos a medida que se va profundizando en el análisis.

También en la gestión de proyectos el Lean debería aplicar sus principios con el objetivo de maximizar resultados donde puedan conseguirse en lugar de arrastrar el lastre de un plan de proyecto rígido e inflexible.

La experiencia en proyectos similares es condición necesaria pero no suficiente. Por mucho que puedan existir similitudes en compañías del mismo sector, el detalle de la problemática y las soluciones a aplicar pueden ser suficientemente distintas. La clave no está en copiar las fórmulas de éxito de otras empresas. El benchmark es una herramienta válida pero complementaria a la metodología Lean que no trabaja por imitación sino mediante un estudio pormenorizado del caso concreto.

Esta vocación de análisis se traduce en un trabajo muy de campo recorriendo el proceso, observando y tomando datos en planta, hablando con los operarios, etc. No es un proyecto de altos vuelos en reuniones estratégicas. Se trata de guardarse el traje para mejores ocasiones, ponerse el mono de trabajo y bajar a ensuciarse al taller.

Hay pues un proceso de aprendizaje y transcurrirá un cierto tiempo antes de que tengamos un conocimiento medianamente riguroso. Es por este motivo que el planteamiento de inicio es siempre incierto. Para minimizar este efecto, es preferible un proyecto con un alcance limitado. Si se prevé un trabajo largo, mejor dividirlo en fases, todo ello para poder precisar mejor hitos y plazos.

También conviene acotar bien, escogiendo una única línea piloto en función de las ganancias potenciales, los esfuerzos a dedicar y la dificultad del proyecto. Se recomienda empezar por lo “fácil” con el propósito de:

  • Asegurarnos el éxito de las iniciativas piloto y conseguir el mayor beneficio cuanto antes
  • Generar externalidades positivas: en el proyecto se definen soluciones que sirven al conjunto o pueden extenderse a otras áreas
  • Aprender, adquiriendo progresivamente competencia y motivación para poder afrontar retos más complicados
  • Demostrar la validez del método y romper las barreras al cambio

Para dirigir el proyecto, lo ideal es el binomio entre un experto en la metodología Lean junto con un especialista en el producto y proceso de análisis.

En el caso de realizar el proyecto con una consultoría, es importante aclarar que no se trata de proyectos llave en mano, es decir, se necesita una participación activa del personal interno, con la constitución de un equipo multidisciplinar que deberá participar según necesidades.

Acerca de la flexibilidad Lean

A diferencia de la productividad o la eficiencia donde utilizaremos fórmulas y obtendremos un valor numérico, la flexibilidad es un concepto más cualitativo. Generalmente se suele considerar que un proyecto Lean incrementa la flexibilidad en planta pero esto será cierto en función del punto de partida.

Un proceso productivo será tanto más flexible cuanto más pueda adaptarse a cambios de distinta índole. Así, podemos evaluar la flexibilidad de una línea de producción según su capacidad para:

  • Producir con un lote reducido, idealmente unitario, esto es, fabricar una unidad de una referencia y, a continuación, otra distinta
  • Debido a los lotes cortos, cambiar de referencia en el mínimo tiempo. En el caso del lote unitario, el cambio debería ser instantáneo
  • Producir referencias distintas (producción mezclada) y posibilidad de introducir nuevos modelos
  • Modificar la velocidad de la línea sin penalizar la productividad y la eficiencia
  • Reaccionar ante cambios en la planificación e incidencias
  • Podríamos hablar también de flexibilidad manual según la polivalencia de los operarios no tan solo en tareas de producción sino también en mantenimiento básico, control de calidad, etc.

Teniendo en cuenta estos puntos podríamos definir tres escenarios según el estadio de la ingeniería de procesos:

  • Taller: Alta flexibilidad con máquinas aisladas que pueden realizar un elevado número de operaciones, posibilidad de fabricar los productos siguiendo distintas rutas, sobrecapacidad de producción y, por lo tanto, más capacidad de reacción. Sin embargo, supone una gestión más compleja, un lead-time mucho más elevado y una menor productividad
  • Producción masiva: Según los principios del Taylorismo y Fordismo, máxima productividad en la micro-operación y mínima flexibilidad. Las máquinas se dedican a un determinado flujo, pudiendo disminuir su ocupación, especializándose en un número reducido de referencias que se producen en grandes lotes
  • Producción Lean: Alta productividad global y flexibilización de las viejas líneas de producción masiva actuando en los tiempos de preparación y cambio de referencia

Vemos pues que en un proyecto de reingeniería con nuestra metodología ganaremos flexibilidad si evolucionamos de un diseño ya en línea pero no así si partimos de la configuración tipo taller, cuya versatilidad será difícil de preservar. Dicho de otro modo, mediante la reducción de los tiempos de cambio, el Lean trata de recuperar la flexibilidad perdida por la asignación de máquinas a una línea.

Stock ¿El indicador Lean?

Para terminar con estas reflexiones en torno al stock, es importante poner de manifiesto que, en realidad, la mayoría de proyectos que se hacen bajo el paraguas Lean no tienen como objetivo prioritario la reducción de stocks sino que ésta se considera como una mejora adicional, en el caso de que se produzca, que no siempre.

Si quisiéramos buscar una variable que siempre mejorara en un proyecto Lean, sería preferible escoger el lead-time de fabricación. Aunque WIP y lead-time van muy de la mano, se pueden obtener mejoras en un proceso sin tocar nada de WIP. En cambio, estas mejoras casi siempre van a repercutir en un menor tiempo para completar dicho proceso. Es un poco sutil pero vale la pena darse cuenta de ello, teniendo especialmente en cuenta de que la producción sin stocks es lo que dio nombre a nuestra querida metodología (recordemos: Lean = “sin grasa”).

Los observadores americanos hubieran dado más en el clavo si hubieran llamado al Sistema de Toyota “Quick Manufacturing”. Sin embargo, habría quizás que buscarle un nombre con más gancho, por ejemplo: “Agile Manufacturing” podría ser una opción y sintetizaría ambos conceptos (ligero: sin grasa, y rápido). Actualmente, el “Agile Manufacturing” es una especie de Lean 2.0 para una demanda inestable y menos masiva.

No confundir el lead-time con el takt-time y el tiempo de ciclo:

  • El lead-time es el tiempo que transcurre entre el inicio de la primera operación y el fin de la última. Normalmente se mide en días.
  • El takt-time es el tiempo de ciclo a ritmo de la demanda. Es una frecuencia que se mide en segundos/pieza, es decir, la inversa de la velocidad de una línea

Sin embargo, tampoco el lead-time es el indicador que se suele perseguir en la mejora de procesos. Un proyecto irá enfocado preferentemente a conseguir mejorar la eficiencia de las máquinas y/o la productividad de la mano de obra.

Esto es importante porque, por lo que estamos exponiendo, el nivel de inventario irá condicionado a la eficiencia. Ya vimos el caso del buffer, que supone incrementar stocks para mejorar el output de una línea.

Lo mismo puede suceder con la tendencia a tener un mayor stock de seguridad de materia prima y componentes para evitar pérdidas de eficiencia debidas a falta de materiales.

En cuanto a la mano de obra, el ritmo de la configuración más productiva de una línea puede no coincidir con el tiempo de ciclo, produciendo stock.

Por otro lado, también en nombre de la productividad, se suele preferir que la asignación de personas sea suficientemente estable. Todo ello implica que, ante fluctuaciones de la demanda, se prefiera realizar un alisamiento generando stock estacional.

Resumiendo, valoremos la trascendencia del inventario en su justa medida. Casi paradójicamente, pese a tanta insistencia en el JIT y el Pull, los stocks no serán nuestro foco prioritario.