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Acerca del WIP

El stock en curso es inversamente proporcional a la integración de procesos y es claramente lo que el Lean persigue eliminar dentro de la organización. Podemos interpretar el stock de materia prima y producto terminado como el WIP dentro de la cadena logística pero esto ya implica abrir las puertas de la fábrica y tratar con clientes y proveedores.

La integración interna depende de nosotros mismos pero también presenta sus limitaciones. Ya vimos que no siempre es posible la creación de flujo. La siguiente pregunta que nos podemos formular es si este propósito de minimizar el WIP tiene la misma importancia en todos los casos.

El problema más grave es que, en un determinado momento, por cambios en la demanda o errores de planificación, el WIP no sirva y que, debido a la sobreproducción, el producto caduque o quede obsoleto. Otro problema grave son posibles errores en los procesos de cabecera que se detectan luego en las fases finales, lo cual se agrava si hay un almacén de semi-elaborado por medio.

Sabemos que hay que detectar la calidad en origen pero, por ejemplo, en piezas pequeñas con ciclos muy cortos, un control 100% puede ser difícil de automatizar y muy costoso de realizar manualmente, por lo que probablemente sea razonable realizar un muestreo cada cierto tiempo con el riesgo de tener producción NOK en el intervalo.

De este modo, un primer criterio para valorar la problemática del WIP es si tales productos pueden presentar obsolescencia, caducidad y posibles problemas de calidad entre fases.

Una segunda preocupación viene dada por el tamaño del producto. Obviamente, cuanto más grande sea, mayores problemas de todo tipo: mayor superficie ocupada, problemas para transportarlo y almacenarlo o mayor probabilidad de sufrir daños. Finalmente, el precio. Cuanto más caro es el producto, mayor el coste que hay que financiar.

Vemos pues que el WIP será más o menos perjudicial también en función de las características del producto y del proceso. Si no se producen las circunstancias anteriores, aunque vayamos en contra del Lean, tener stock no es tan grave, recordando que la integración de procesos es una inversión y, como tal, tendrá su coste-beneficio.

Por lo tanto, cuando al principio decíamos aquello de que “el stock es el resultado de un sistema productivo ineficiente y la respuesta que tiene la empresa cuando no sabe cómo atacar los problemas”, ahora ya tenemos bastantes más argumentos para matizar esta afirmación. No podemos afirmar que siempre sea dejadez de una organización que quiera vivir más tranquila sino que habrá que recordar todas las consideraciones anteriores y analizar cada caso particular.

La producción contra stock

Puesto que la fabricación bajo pedido no siempre es posible, en numerosas ocasiones tendremos stock irremediablemente, por lo tanto, éste ya no se puede calificar tanto de enemigo como de una variable a gestionar propia de las características nuestro negocio.

La sistemática de producir contra stock es bien conocida: se sirve a los clientes con los productos almacenados hasta que el inventario baja de un determinado nivel: el punto de pedido, que genera las correspondientes órdenes de compra o fabricación.

El punto de pedido se calcula como la demanda diaria por el lead-time de aprovisionamiento y fabricación, más un determinado stock de seguridad. Si el dato de la demanda y los lead-times son conocidos, las variables son el tamaño de lote y el stock de seguridad.

Un primer ejercicio es el cálculo del lote económico mediante la fórmula de Wilson. El stock de seguridad es más complicado de calcular ya que debe tener en cuenta que tanto la demanda como los plazos de entrega son valores promedio.

Hay un primer stock de seguridad debido a la variabilidad de la demanda que, en una primera aproximación, se puede calcular como la diferencia entre la demanda máxima y la promedio multiplicado por el plazo promedio.

Y otro stock de seguridad debido a la variabilidad del plazo que se calcularía como la diferencia entre el plazo máximo y el promedio multiplicado por la demanda diaria promedio.

Si se quisiera precisar más, habría que considerar la demanda y el plazo de entrega como variables aleatorias que siguen una distribución normal con un determinado promedio y desviación estándar que nos permitiría calcular el stock de seguridad con un determinado nivel de servicio (% de pedidos sin rotura).

Si no nos queremos meter en cálculos estadísticos, una forma más sencilla es hacer una simulación con datos reales de demanda y plazos de un periodo significativo y compararlo con una producción teórica basada en el lote económico y un determinado valor del stock de seguridad para minimizar roturas o el coste total (almacenamiento más roturas).

Al final del ejercicio obtendríamos un stock promedio del periodo y datos de las roturas: número, unidades y días. El valor del stock de seguridad lo iríamos ajustando según lo que fuera más aceptable.

Al final de esta reflexión, llegamos a la conclusión de que nuestros niveles de stock de producto terminado dependen, en buena medida, del comportamiento de compra de nuestros clientes. Si su pauta es errática y no disponemos de poder de venta, el nivel de inventario de la empresa será elevado al margen de su excelencia industrial.

Esta determinación del valor de los lotes y stocks de seguridad se debe realizar, idealmente para cada referencia, tanto para productos terminados como para materias primas y componentes. En este caso, también entra en juego el proveedor y nuestro poder de compra.

Internamente, el único parámetro para reducir los stocks es la minimización de los tiempos de preparación para reducir los lotes de fabricación según el ratio tiempo de fabricación/tiempo de cambio. Para reducir los stocks de seguridad hay que extender la aplicación del Lean a la cadena de suministro, un planteamiento muy interesante pero bastante más complejo en la práctica.

La producción bajo pedido

Fabricar bajo pedido es, por definición, un sinónimo muy cercano al JIT, por lo que habrá que cumplir los requisitos que ya conocemos: un flujo Pull fiable y flexible que habrá que extender a la cadena de suministro.

Fiabilidad implica que todos los eslabones cumplen, empezando por nuestros proveedores así como nuestra planificación ya que debemos tener la certeza absoluta de que no nos van a faltar materiales. Y flexibilidad supone un sistema de aprovisionamiento ágil, con lead-times cortos y unos stocks ajustados de materias primas y componentes.

También deben ser fiables nuestras máquinas, de alta eficiencia, y nuestro personal, que deberá ser eficaz y presentar bajos índices de absentismo. Esto será necesario en fabricación y, por lo general, en todos los departamentos de operaciones.

La flexibilidad de una línea es su capacidad para fabricar múltiples referencias con un lote tan corto como lo requiera el cliente. Esto supone una línea de producción mezclada con un tiempo de cambio mínimo entre las distintas referencias, lo cual puede resultar complejo con según qué máquinas.

¿Hay que llegar hasta el lote unitario? Salvo en casos de estricto JIT como en algunos componentes de automoción, en la mayoría de los casos, un lote menor al diario no tiene sentido si luego se me van a juntar las producciones en el almacén. Dependerá pues de la frecuencia de entregas.

Conviene que la línea tenga la máxima flexibilidad pero programar más cambios de los que pide la demanda, aunque el tiempo de cambio fuera cero, es absurdo ya que sólo añade complejidad.

Hay también soluciones no Lean para ganar en flexibilidad como, por ejemplo, desconectar máquinas del flujo, penalizando la eficiencia, o disponer de un determinado porcentaje de sobrecapacidad en la instalación.

Resumiendo: mediante procesos integrados, trabajando Pull y siendo flexibles y fiables obtendríamos lead-times de fabricación muy cortos, lo que nos permitiría cumplir con los plazos de entrega de los pedidos de cliente.

Como siempre, las características del producto y del proceso determinarán si es posible fabricar de este modo. Algunas líneas, por mucho que se estudie el proceso de cambio, tienen tiempos técnicos, por ejemplo, de lavado, con lo que una excesiva rotación de referencias implicaría pasar más tiempo cambiando que produciendo.

La logística puede ser otro escollo. Entregar las piezas una a una es algo que se puede hacer pero encareciendo el precio. La filosofía Lean, partidaria de lotes menores y más frecuencia de entregas, con vehículos más pequeños, multi-referencia y multi-cliente, supone un enfoque muy atractivo pero que habrá que analizar su viabilidad económica. Lo mismo en las compras donde, además, hay descuentos por volumen.

En líneas generales, un producto que se fabrica bajo pedido suele tener una cierta entidad, personalizado o con características premium, etc., es decir, suele ser más caro para poder repercutir mayores costes.

Otra variable fundamental es el proceso de compra de los clientes. Muchas veces no existe un pedido como tal. De este modo, productos genéricos de gran consumo tienen todo el sentido que se fabriquen contra stock.

Afectación del stock por tipo

La metodología persigue el inventario como su gran antagonista. Convendría, sin embargo, precisar entre los distintos tipos de stocks ya que tanto su razón de ser como su consideración como despilfarro no son del todo equivalentes. Distinguiremos entre:

  • Stock de materia prima
  • Stock de producto terminado
  • Stock en curso (WIP)

Deberíamos considerar el stock de materia prima o componentes de compra como el menos malo, primero, porque es el más barato ya que todavía no tiene valor añadido incorporado. Y, segundo, porque una misma materia prima, en la mayoría de los casos, se utiliza en varios productos finales distintos. Este hecho hace que tengamos una mayor seguridad de que vayamos a aprovecharla respecto a procesar un semi-elaborado o a vender un producto final, mucho más personalizados. Incluso en el caso de que ya no tuviéramos demanda, como se trata de un producto no transformado, quizás la materia prima se podría devolver o vender a otro productor.

Para minimizar stocks de materia prima, nos van a interesar diseños estándar que compartan materiales. Cuanto más comunes sean, mayor estabilidad en el consumo. No se trata pues sólo de reducir el stock en volumen sino en variedad, es decir, en número de referencias, lo que también disminuye la complejidad en planta.

Siguiendo con el razonamiento anterior, el peor stock de todos sería el de producto terminado al ser el más caro y personalizado, de tal forma que si se convierte en un obsoleto, encontrarle una salida siempre supondrá una pérdida. En un término medio se encuentra el WIP. A medida que le vamos incorporando valor, cada vez nos perjudicará más tenerlo almacenado.

Bien, pues según lo visto hasta el momento, ya tenemos un primer criterio objetivo para nuestro inventario según el cual nos gustaría tener el necesario stock de componentes y los mínimos niveles de WIP y, especialmente, de stock de producto terminado.

¿Esto que estamos describiendo es factible? Sí, puede serlo, se corresponde con una producción:

  • Bastante eficiente con los procesos integrados y un flujo Pull para minimizar el WIP
  • Bajo pedido para un mínimo stock de producto terminado, idealmente cero, ya que, estrictamente, sólo habría que fabricar las cantidades para las cuales hubiera órdenes en firme

Ya hemos tratado ampliamente la problemática del flujo Pull. Veremos cómo, justamente, su aplicación rigurosa es lo que nos permitiría producir bajo pedido.

Costes asociados a los stocks

Veamos entonces una lista exhaustiva de razones por las que el Lean considera el inventario como un activo a minimizar:

  • El stock, de por sí, cuesta dinero porque al estar parado no genera ninguna rentabilidad. Esto es el coste de oportunidad ya conocido equivalente a dejar de realizar una inversión rentable, calculado como el coste del producto multiplicado por un determinado tipo de interés
  • Otra forma de verlo, tal y como nos dice el Lean, es que el stock es despilfarro en sí mismo porque incorpora un coste de materiales, MOD, energía, etc. que se convierte en no valor si el proceso siguiente no lo demanda. Esto puede suponer también un coste de oportunidad si implica dejar de producir lo que realmente se requiere
  • El stock ocupa un espacio físico que podría destinarse a otros usos más productivos. Hay oculto pues otro coste de oportunidad en cuanto al aprovechamiento de las instalaciones
  • El stock es un elemento físico que requiere de planificación y control, por lo que requiere de un tiempo de gestión
  • También requiere de una determinada manipulación que comporta transportes y desplazamientos, dos operaciones de no valor añadido
  • El producto una vez almacenado tiene además unos costes de manutención: personal, equipos, estructuras, energía, softwares, etc.
  • El stock se puede dañar al ser manipulado perdiendo parte o todo su valor acumulado, es el llamado coste de deterioro. Además, si se trata de un producto perecedero, puede caducar y si deja de ser demandado, se convierte en obsoleto
  • El WIP puede contener defectos que sólo seamos capaces de descubrir en los siguientes pasos. La integración de procesos favorece la detección en origen, el stock todo lo contrario
  • El stock causa que el lead-time del proceso global sea más elevado, aumentando otros costes indirectos y gastos variables

En la fórmula de Wilson, todos estos costes van en el denominador por lo que contribuyen a reducir el tamaño de lote y el stock medio. Habiendo calculado, ahora sí, correctamente el coste de posesión de stock y, dando por buena la demanda, el Lean propone actuar también sobre el coste de preparación del pedido.

El enfoque tradicional intenta maximizar los lotes para minimizar el impacto de los cambios de referencia que se perciben de forma negativa porque (realizados a grandes catedrales) son complejos, requieren personal especializado, muchos ajustes, etc. Si conseguimos reducir estos tiempos de cambio, el coste de preparación del pedido, en el numerador de la fórmula, disminuye, generando una nueva reducción de los lotes.

De este modo, con una adecuada valoración del coste de los stocks y actuando sobre el coste de preparación, nos acercaremos a los menores lotes que propone el Lean.

Acerca del Stock

La realidad es que no todas las organizaciones consideran el stock como algo negativo. Algunas empresas incluso se enorgullecen de sus niveles de inventario en la página web, proclamando que tienen varios meses de stock de todos sus productos. La seguridad en el suministro también lleva a algunos clientes no tan solo a pedir una determinada cobertura sino a ir a casa del proveedor a comprobar los inventarios presencialmente.

Desde la teoría Lean, estos elevados niveles de stocks, con un taller que se asemeja más a un almacén que a una planta productiva, generan una sensación de baja eficiencia. Sin embargo, pese a que el impacto visual es importante, la afirmación de que “hay mucho stock” sin más inputs que una somera visita a fábrica es un análisis más bien pobre. Según las características del producto y proceso, un gran volumen de inventario en cuanto a superficie ocupada podrían ser pocas horas de stock en un proceso medianamente Pull.

Para valorar la excelencia en fabricación también hay que distinguir entre los distintos tipos de stock. Mientras que el WIP sí refleja mejor nuestras propias carencias, el stock de materia prima y producto terminado depende en mayor medida de las características de la demanda y de la relación con proveedores y clientes.

La cuestión es que, en el enfoque tradicional, el stock no se considera una variable a optimizar sino, en el mejor de los casos, el resultado de la gestión de inventarios mediante la conocida fórmula del lote económico de Wilson, que contiene las siguientes variables:

  • D: Demanda anual
  • CP: Coste de realización del Pedido
  • CS: Coste de posesión de Stock

Mediante la aplicación de la formula, se obtiene un determinado lote Q. El stock medio de la empresa sería igual a Q/2 más un determinado stock de seguridad a definir. Puesto que hablamos de coste de realización del pedido, el lote se refiere a la compra y, el stock resultante, de materia prima.

Para referirnos a los otros tipos de inventario deberíamos substituir la variable CP en cada caso:

  • Para el producto terminado, utilizar el «Coste de realización del Envío«
  • Para el producto en curso, la variable equivalente sería el «Coste de preparar un Pedido«

Aplicamos pues la fórmula y el Lean nos contesta que el lote es excesivo, lo cual plantea algunas dudas: ¿Hay algún error? y ¿No habíamos dicho que el lote óptimo era 1?

Recordemos que el lote unitario hace especialmente referencia al hecho de que las piezas se procesen en flujo una a una, más que al número de piezas iguales seguidas.

Y no hay errores, la fórmula es correcta, lo único es que el coste de posesión de stock no es sólo el interés de ese inmovilizado en una inversión financiera sino que el inventario contiene una serie de costes añadidos que se deberían contemplar.

Solución no Lean para la producción Push

Si las máquinas de cabecera no se pueden parar, ante una incidencia aguas abajo, habrá que empezar a sacar producto de la línea, lo cual genera despilfarros de varios tipos:

  • Puesto que los procesos siguientes no están disponibles, bajo una lógica Pull, la máquina de cabecera está sobreproduciendo
  • Retirar producto de la línea para luego volverlo a incorporar es un movimiento del operario que no añade valor, una típica operación improductiva llamada doble manipulación
  • Si no se reacciona a tiempo, es probable que se haya organizado un buen acúmulo de unidades, probablemente defectuosas muchas de ellas, con lo que se incurre en mermas
  • En algunos casos, el producto se podrá recuperar, pero no en el mismo punto sino en procesos anteriores, lo que supone una pérdida de eficiencia
  • Cuando se resuelva el problema, salvo pequeñas reposiciones de producto que los operarios puedan ir intercalando durante la producción, casi todo el producto en curso quedará para recuperar a final del turno, lo que implica parar la línea antes de tiempo
  • La recuperación de unidades también suele ser manual y más lenta que la velocidad nominal de la línea, por lo que la eficiencia cae en picado. La alternativa es utilizar más personas, en perjuicio de la productividad

Una solución habitual para evitar parar la máquina de cabecera y retirar producto manualmente de la línea es disponer de un pulmón o buffer. Nótese que no se trata de una solución Lean, ya que responde a una lógica Push, a no saber resolver los problemas y recurrir a un dispositivo adicional que no añade valor al producto y que genera stock ¡en la propia línea! Queda claro que estamos transgrediendo flagrantemente la metodología.

Sin embargo, por excelente que sea la empresa y eficiente la línea, pequeños micro-paros son inevitables por lo que buffers en puntos estratégicos pueden ser una buena solución. Es un ejemplo muy paradigmático porque se trata de una medida anti-Lean que, sin embargo, sirve para mejorar el rendimiento de una línea.

Otro ejemplo: las propias cintas transportadoras, según su longitud, actúan también de buffer. Un diseño Lean debería minimizar estos transportes y el stock (aunque en movimiento) entre máquinas pero, nuevamente, penalizaría a la eficiencia al generar marchas en vacío, ya que la línea no funciona siempre como un reloj.

Resumiendo, una línea Pull suele tener mayor eficiencia que una Push y precisamente porque una línea Pull tiene menos incidencias, la saturación del operario será menor, lo que le permite un mayor control, destinar esfuerzos a preventivo, mejora continua, etc. que, a su vez, revierten en una mayor eficiencia: el círculo virtuoso.

Procesos continuos. Ejemplo Lean en alimentación

Veamos el caso de una industria concreta para tratar la problemática del flujo Pull que venimos desarrollando últimamente. Para seguir con el ejemplo, vamos a distinguir entre dos grandes familias en alimentación: productos sólidos, tipo bollería industrial, y productos líquidos, tipo refrescos.

Al analizar el proceso de producción nos daremos cuenta de que cada familia presenta una problemática específica y veremos que, por lo general, una línea de líquidos será bastante más Lean que una de sólidos.

Normalmente, en una línea de envasado de refrescos (o de detergentes, cosmética, farmacia, productos químicos, etc.) se puede diseñar la electrónica del conjunto de máquinas y las cintas transportadoras que operan entre ellas de tal forma que quien gobierna la línea sea el paletizador, la enfardadora, el sistema de carga a camión o lo que sea que haya al final. Recordemos que hemos llamado a este sistema sincronismo entre las máquinas.

Funcionando de este modo, si se produce un paro en la encajadora, se para la llenadora y cuando vuelva a arrancar la encajadora, vuelve a arrancar automáticamente la llenadora. De este modo, una máquina sólo va a recibir producto si está disponible para trabajar y nunca se va a generar más stock entre puestos que el que cabe físicamente en los carriles de las cintas transportadoras.

Esto es un verdadero Pull en el contexto de una línea, que funciona como un todo: o toda está en marcha o toda está parada, siendo éste es el verdadero concepto de flujo. En la fabricación de sólidos, una máquina del conjunto puede estar en marcha y otra averiada rompiendo el flujo (generando stock intermedio). Estrictamente, esto no es del todo una línea, ¡son procesos independientes conectados físicamente!

En el caso de, por ejemplo, galletas, el ritmo lo marca la máquina de cabecera y el resto de la línea se debe espabilar para absorber su producción Push. Pese a que las máquinas aguas abajo estén dimensionadas para tal fin, si se produce un paro en la embolsadora (comúnmente llamada Flow-pack), se genera un problema considerable, porque las galletas siguen llegando y no hay forma de pararlas ni de procesarlas.

Si el paro se prevé de larga duración, no queda más remedio que intervenir en la zona de elaboración donde se cocina el producto. Un horno industrial es una máquina que se ajusta a una temperatura y a un tiempo exacto para que las galletas salgan con las propiedades adecuadas, de tal modo que no se puede parar ni tan siquiera un minuto, porque algunas unidades del producto recibirían demasiado calor y saldrían quemadas. Vemos pues que una interrupción supone una importante generación de merma.

¿Hay alguna línea de comida sólida que pueda funcionar Pull? Al tratarse de un producto que difícilmente admite alteraciones en su tiempo de elaboración, será complicado. Quizás un cocedero de pasta pueda tener una cierta flexibilidad y pueda estar parado un par de minutos. En cambio, una máquina formadora a lo mejor se puede parar sin ningún problema. Habrá que estudiarlo detenidamente en cada caso según las características de la máquina y las tolerancias del producto.

Máquinas Lean

Las máquinas Lean deben ser compatibles con los principios de la metodología: el flujo pieza a pieza y el método Pull, con cada máquina gobernada por la operación siguiente y que pueda parar ante una incidencia aguas abajo. Esto será posible en función del proceso y las propiedades de los productos a fabricar.

Además, en la evolución hacia el flujo Pull, ya hemos definido las principales características que deben cumplir las máquinas Lean: fiables y flexibles, es decir, de alta eficiencia y que permitan un cambio rápido, a lo que podríamos añadir: ergonómicas, fáciles de manejar, limpiar y mantener.

Estos requisitos serán más factibles cuanto más sencillos sean los equipos. En este sentido, es preferible disponer de varias máquinas que hagan una única operación que una sola máquina que tratara de integrar todas las operaciones ya que ésta última será inevitablemente compleja.

A mayor complejidad más nos acercaremos al concepto de las grandes catedrales y a un equipo que deberá ser hecho a medida. Hay que vigilar especialmente en la compra de nueva maquinaria que ésta utilice tecnología probada, si puede ser, equipos estándar y no inventos al uso para evitar sorpresas. El principio sigue siendo el mismo: sencillez ante todo.

En cuanto al análisis, vaya por delante que los ingenieros de procesos no somos expertos en maquinaria industrial. En una primera aproximación, un determinado equipo será para nosotros una caja negra con unas entradas, unas salidas y un determinado tiempo de ciclo. Eso sí, nos deberemos fijar en lo siguiente:

  • Posibilidad de modificaciones físicas que permitan reducir el tiempo de ciclo, por ejemplo, independizar la carga y la descarga del tiempo de proceso de tal forma que estas operaciones se puedan realizar en paralelo. Esto se puede conseguir mediante la duplicación de útiles y el uso de mesas giratorias.
  • Análisis de tiempos máquina y de la interacción entre mecanismos, con el objetivo de minimizar movimientos y esperas de los automatismos
  • Control y modificación de factores de entrada para obtener una respuesta óptima del sistema en un estudio al estilo Seis Sigma
  • Análisis de las pérdidas de eficiencia, para lo cual será necesario, cuanto menos, comprender las causas de los motivos de parada y generación de defectos. Especialmente para esta cuestión se precisará soporte técnico de los especialistas de producción y mantenimiento

Es importante recalcar que más automatización no implica forzosamente más Lean ya que un proceso automático puede, por ejemplo, no funcionar Pull, incorporar operaciones máquina de no valor añadido o generar muchas averías. En algunos casos incluso podría ser conveniente plantear una desautomatización de operaciones que estén causando ineficiencias en el proceso.

Imposibilidades para la creación de flujo

Veamos algunos casos donde no será posible la creación de flujo mediante la integración de procesos, incluso pudiendo llegar a comprometer el método Pull:

  • Tecnologías muy distintas entre sí que, por ejemplo, requieran condiciones ambientales distintas por lo que respecta a temperatura, humedad, ruido, vibraciones, higiene, etc.
  • Tiempos largos de reposo, enfriado, secado, pruebas de funcionamiento, controles de calidad, etc. que no se puedan realizar en línea. En estos casos hay que recurrir a una estantería dimensionada para ese tiempo
  • Operaciones con tiempos de ciclo muy distintos entre sí. Las máquinas más rápidas suelen realizar lotes sucesivos para varias líneas. Si se trata de un equipo de cabecera o de cola no hay mayor complicación, se mantiene en su ubicación y no se incorpora al flujo. Más problemático es que dicho equipo se encuentre a la mitad del proceso. En este caso, para mantener el flujo habría que duplicar y especializar máquinas pero, claro, esto ya no consiste en medidas organizativas sino en incrementar el inmovilizado y sobredimensionar la planta al disminuir el porcentaje de utilización de las máquinas
  • Al especializar máquinas, además de utilización, pierden también flexibilidad ya que pasan a realizar un menor número de referencias. Para productos distintos que no pudieran encajar en ninguna línea, se requeriría de otro parque de máquinas en una zona de “varios”
  • Más difícil todavía es el caso de una misma máquina que se requiera en varias fases de un mismo producto. En este caso, no solamente se rompería el flujo sino que el Pull quedaría desvirtuado ya que una máquina se debería pedir trabajar a sí misma en la fase anterior
  • Operaciones de distinta naturaleza, por ejemplo, un tratamiento superficial “peligroso” que incluso puede que se realice fuera de nuestras instalaciones. En casos de procesos externos se pierde control y aparecen una serie de variables (lead-time, frecuencia y cumplimiento de entregas) a considerar para definir el stock necesario. El flujo se rompe porque el producto sale y entra pero la sistemática de la línea se puede mantener
  • El peor caso es la instalación de gran tamaño que trabaja con grandes lotes y elevados tiempos de cambios imposibles de reducir sin una inversión considerable. La metodología Lean llama grandes catedrales a este de tipo de máquinas. La única opción sería desmontar estos equipos y tratar de flexibilizarlos o ya directamente prescindir de estos monstruos y empezar de cero. Esto es fácil de decir pero cuando ya está la instalación montada, será una medida difícil de justificar económicamente
  • También puede ser que tecnológicamente no exista la versión flexible de la gran catedral. Por ejemplo, una autoclave trabaja con un determinado lote. No existe una autoclave en flujo y, además, es una máquina que está a la mitad del proceso y que trabaja con una lógica Push ya que tiene un ciclo que lo marca ella misma, independientemente de los procesos aguas abajo