Puesto que la fabricación bajo pedido no siempre es posible, en numerosas ocasiones tendremos stock irremediablemente, por lo tanto, éste ya no se puede calificar tanto de enemigo como de una variable a gestionar propia de las características nuestro negocio.
La sistemática de producir contra stock es bien conocida: se sirve a los clientes con los productos almacenados hasta que el inventario baja de un determinado nivel: el punto de pedido, que genera las correspondientes órdenes de compra o fabricación.
El punto de pedido se calcula como la demanda diaria por el lead-time de aprovisionamiento y fabricación, más un determinado stock de seguridad. Si el dato de la demanda y los lead-times son conocidos, las variables son el tamaño de lote y el stock de seguridad.
Un primer ejercicio es el cálculo del lote económico mediante la fórmula de Wilson. El stock de seguridad es más complicado de calcular ya que debe tener en cuenta que tanto la demanda como los plazos de entrega son valores promedio.
Hay un primer stock de seguridad debido a la variabilidad de la demanda que, en una primera aproximación, se puede calcular como la diferencia entre la demanda máxima y la promedio multiplicado por el plazo promedio.
Y otro stock de seguridad debido a la variabilidad del plazo que se calcularía como la diferencia entre el plazo máximo y el promedio multiplicado por la demanda diaria promedio.
Si se quisiera precisar más, habría que considerar la demanda y el plazo de entrega como variables aleatorias que siguen una distribución normal con un determinado promedio y desviación estándar que nos permitiría calcular el stock de seguridad con un determinado nivel de servicio (% de pedidos sin rotura).
Si no nos queremos meter en cálculos estadísticos, una forma más sencilla es hacer una simulación con datos reales de demanda y plazos de un periodo significativo y compararlo con una producción teórica basada en el lote económico y un determinado valor del stock de seguridad para minimizar roturas o el coste total (almacenamiento más roturas).
Al final del ejercicio obtendríamos un stock promedio del periodo y datos de las roturas: número, unidades y días. El valor del stock de seguridad lo iríamos ajustando según lo que fuera más aceptable.
Al final de esta reflexión, llegamos a la conclusión de que nuestros niveles de stock de producto terminado dependen, en buena medida, del comportamiento de compra de nuestros clientes. Si su pauta es errática y no disponemos de poder de venta, el nivel de inventario de la empresa será elevado al margen de su excelencia industrial.
Esta determinación del valor de los lotes y stocks de seguridad se debe realizar, idealmente para cada referencia, tanto para productos terminados como para materias primas y componentes. En este caso, también entra en juego el proveedor y nuestro poder de compra.
Internamente, el único parámetro para reducir los stocks es la minimización de los tiempos de preparación para reducir los lotes de fabricación según el ratio tiempo de fabricación/tiempo de cambio. Para reducir los stocks de seguridad hay que extender la aplicación del Lean a la cadena de suministro, un planteamiento muy interesante pero bastante más complejo en la práctica.
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