Se corre el riesgo de fracasar en la implantación del Lean si no se contempla la dimensión social. Muchos gerentes, centrados especialmente en la vertiente más técnica de la metodología, pueden sentirse decepcionados al no conseguir aplicar de forma efectiva el Lean en la práctica.
Otra situación habitual es la de lograr resultados puntuales con acciones que tienden a degenerar en el tiempo y volver al punto de partida. Por este motivo, muchas veces la dirección manifiesta la voluntad de llevar a cabo, más allá de un proyecto técnico aislado, un cambio cultural que permita conseguir una mayor proactividad del personal para conseguir mejoras sostenibles.
Pese a que la sucesión de proyectos de mejora continua que incluyan comunicación, formación, definición de equipos, etc. pueda ser un buen camino, hay que ser consciente de que los cambios culturales no se realizan de un día para otro y sólo con mejoras de proceso.
Para que las mentes puedan evolucionar se requieren cambios importantes en la estructura organizativa, en la forma de gestión y en la definición de los puestos de trabajo. Y ésta es una labor larga y progresiva que debe realizar la empresa con todo convencimiento. En un trabajito Lean de 3 meses con un consultor externo no se puede aspirar a ningún tipo de cambio cultural.
No obstante, dentro del marco de un proyecto corto hay buenas prácticas que pueden contribuir tales como:
- Plantear un enfoque y una metodología lo más transparentes posible. La falta de claridad en las características de un proyecto genera en planta un recelo a veces insalvable
- Implicar a los operarios en la definición de los procedimientos de trabajo. Para ellos es importante no sentirse como meros robots que reproducen los estándares que han determinado los ingenieros de métodos y tiempos.
Mediante la participación de los trabajadores se consigue:
- Un mejor análisis de la realidad ya que ellos disponen de inputs propios del día a día complementarios a los datos que manejan directivos y técnicos
- Una mayor satisfacción del trabajador por el hecho de realizar, aunque sea puntualmente, una función de diseño, mucho más significativa que la mera ejecución
- Mayor éxito en la implantación ya que es mucho más probable que las personas apliquen los procedimientos que ellos mismos han contribuido a desarrollar
- Mayor implicación del trabajador con la organización y resultados, mejora de la comunicación, cooperación y entendimiento mutuo y reducción de la resistencia al cambio, absentismo o baja productividad
Tengamos presente que, si damos voz al trabajador, esto compromete a la empresa. El operario nos puede ayudar a detectar mejoras en el proceso pero, lógicamente, también pedirá mejoras en sus condiciones de trabajo, por lo que habrá que atender alguna de estas demandas.
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